...Fuí a los bosques porque quería vivir a conciencia. Quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Olvidar todo lo que no fuera la vida, para no llegar a la muerte, descubriendo que no había vivido...






Pa´ no tener que volver a identificarse (?)



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Hoy salí de casa de mi abuela en dirección a la mía. Era temprano y la ciudad estaba recién levantada. El sol pegaba en mi cara y todo olía a primavera. Y sonreí, pq estaba sintiéndola en mis venas. Quizá esa sensación era simplemente obra y gracia de haber dormido agusto, a pierna suelta...Si es que, lo que no haga Lucho...pq he de confesar que dormí abrazada a ese feo muñeco amarillo, con ojos de besugo y un solo diente...¿será un muñeco quitapenas??
El caso es que salí rauda y feliz a la calle.

No fuí por donde siempre, sino que tuve que cambiar mi itinerario para llevarle a mi tía Bea un recado de mi abuela. Se lo di. Crucé de acera y entré en la farmacia a saludar a Bea la del equipo, que le quedan dos meses y medio para traer a este mundo a otro Hugo.
(Joer, qué mañana más pobre en variedad de nombres: eran las once y había hablado con tres "Beas", con Hugo y sobre otro futuro Hugo)

Después de achucharla, tocarle la barriga y hablarle a su Hugo intra-uterino, seguí mi camino hacia la parada de bus más cercana; la de la Plaza del Parchís (plaza de los pijos por excelencia) y me encontré, bajo la marquesina, con la que fue mi facultad frente a mis narices.

Qué lejana y ajena me sentí...no conocí ni reconocí absolutamente a nadie entre el constante goteo de estudiantes que entraban o salían, durante los eternos 15 minutos que me tiré esperando por el autobús. Bueno sí, a alguien reconocí: al pequeñajo barbudo de mantenimiento; su poblada barba y su mono azul hacen que no pase desapercibido.
Y busqué con la mirada mis ventanas de 1º. Y me imaginé a unos 80/90 estudiantes escuchando las gilipolleces de la de Derecho, o acojonados atendiendo a las de Economía... Hasta que me di cuenta de que ya estaban en el segundo cuatrimestre...entonces reduje notablemente el número de estudiantes en clase y me los imaginé riéndose del miedo escénico de la de Contabilidad de Costes o partiéndose, literalmente, el culo de Sendín...de su costumbre de poner las gafas en el suelo y estar a punto de pisarlas unas diez veces por clase, de no ser por nuestros constantes gritos para evitar que las rompiera.
Y sonreí recordando.

Y busqué las ventanas de la clase de francés, y me imaginé a un redicidísimo grupo de alumnos escuchando las memeces de Lydia... A ellos tb los llamaría "analfabetos funcionales" el primer día de clase por no saber cómo se dice almendra en inglés???...Qué asco le guardo a este personaje, por dios...

Tb vi luz en las ventanas de inglés y no pude contener la risa al imaginarme a Paulino dando clase...con sus rosetones de sudor bajo las axilas y babas en la comisura de los labios; eso por no hablar por sus ojos de loco leyéndonos artículos de Paulo Cohelo...

Y distinguí las ventanas de Secretaría, del salón de Usos Múltiples, del cuarto de la fotocopiadora, de la Biblioteca...

Y, cómo no, busqué la ventana de tu despacho. Tercer piso, cuarta por la derecha, justo encima de la bandera de Asturias. Y por un segundo te vi sentada en tu mesa: cientos de folios, libros, calculadora, bolis de mil colores y un botellín de agua mineral. Y me pregunté si tú yb me estabas viendo a mí esperando el autobús, tratando de atravesar paredes con mis ojos para verte, aunque sólo fuera durante décimas de segundo. Simplemente por saber si sigues viva...

Y caí en la cuenta de que a quien intentaba reconocer en la puerta de la facultad era a ti. Pero tú no entraste ni saliste...entonces te imaginé correteando por los pasillos, del departamento a clase, de una clase a otra clase, de la cafetería al despacho...Y te vi bajar y subir escaleras trotando, con esa energía que te caracteriza, dejando escapar esa tos seca (que no es otra cosa que un tic nervioso), frenando de golpe ante profesores y alumnos que te paraban a mitad de camino...
Y luego te metí a dar clase en el aula de 1º...ahí estabas recorriendo la tarima, escribiendo en una pizarra mil fórmulas y poniendo mil ejemplos tratando de explicarte lo mejor posible... Y me vi a mí, tres años atrás, sentada en mi pupitre, escuchando hipnotizada cada una de tus clases, diciéndole a Bego que se callara y atendiera, anotando todo lo que no entendía (o no quería entender) para subir al departamento a que me lo explicaras...

Y no pude evitar sonreír y menear la cabeza al darme cuenta de lo gilipollas que había sido...

La de clases que me pasé en la cafetería simplemente por verte pasar, por cruzar unas palabras contigo...La de tardes que me pasé en tus tutorías fingiendo no entender nada, para agotar los minutos en tu compañía hasta el final...La de vueltas que di por esos pasillos colgando cosas de Galeano, que sabía que tú leías y que sabías que yo colgaba...La de excusas idiotas que tuve que darle a Bego cuando pasabas y yo estaba en mi nube particular..."María (me decía desconcertada) qué te pasa?"
Eso, por no hablar de que iba besando tus pasos, partiéndome los cuernos defendiéndote ante cualquier crítica o comentario de algún compañero...el pulso acelerado, la angustia, el soñar despierta, el sentirme vacía, las ganas de llamar tu atención de algún modo, el buscarte constantemente por la calle...El buscar y no encontrar nada... El final de esta historia ya estaba escrito desde el principio.

Y por fin llegó el bus. Y no conseguí verte. Pero esta vez había una gran diferencia: me fui indiferente...sin angustia, sin resignación ni rabia...sin sentirme de nuevo vencida y mordiendo el polvo...me fui sin ganas de llorar ni de desaparecer, de hacerme pequeña, pequeña, pequeña hasta ser invisible, enroscándome para que las heridas dolieran menos...

Y cuando estaba pagando el billete, pensé que nuca supiste ni sabrás jamás lo que te quise, ni las lágrimas que me costó entender y aceptar lo que sentía. Y en parte me alegré, pq el haberlo sabido no hubiera cambiado las cosas.
Y te di las gracias por haber aparecido en mi vida, por haberme dejado quererte, aunque fyera en silencio. Porque gracias a lo que sentí por ti, abrí una parte de mi mente y de mis sentimientos que estaba tuerta. Aprendí a conocerme un poco más, a aceptarme y a no avergonzarme. Aprendí, simplemente, a enamorarme de la persona, independientemente del sexo, y a no tener ningún reparo en ello.

Mil gracias y hasta siempre Mª Jesús...algún día pasaré por el departamento a tomarme ese café que tenemos pendiente, y a charlar...Pero eso será otro día...


[este pez ya no muere por tu boca,
este loco se va con otra loca,
estos ojos no lloran más por ti]


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